2 junio, 2022
Industrialización de viviendas: un antes y un después en la construcción
Este nuevo sistema apuesta por construir los elementos de la casa -como vigas, pilares, ventanas o incluso baños y cocinas- por separado, dentro de una fábrica, de modo que cuando lleguen a la parcela solo haya que montarlos. ¿Las ventajas de esta fórmula? Muy significativas: se perfecciona al máximo el producto, se acortan los plazos de construcción y resulta mucho más ecológica. ¿Te atreves a probarla?
¿Qué es eso de la industrialización de viviendas? Imagínese la cadena de montaje de una fábrica, donde se crean múltiples objetos que desfilan después por la cinta transportadora… la industrialización de viviendas se basa en un sistema similar, solo que aplicado a los elementos que forman una casa, como pilares, vigas, forjados, fachadas, cubiertas, ventanas o, incluso, baños y cocinas.
Se trata, pues, de una nueva forma de construir que elabora los componentes del edificio en la fábrica, para que luego sean montados a pie de obra y formen una estructura completa. Como cuando se ensamblan las diferentes piezas de Lego. Toda una revolución en el mundo de la construcción porque supone dar vida a toda una casa, o a parte de ella, fuera de la parcela, lo nunca visto. Y, ojo, porque este nuevo modelo va ganando terreno gracias a las múltiples ventajas que presenta.
En primer lugar, las viviendas industrializadas se adaptan mejor a las necesidades de quien va a ocupar la casa. ¿Por qué? Porque cuando se fabrica fuera de la parcela, el control del proyecto es total. Las nuevas tecnologías permiten crear un diseño estándar y fabricar de forma automática, de modo que el producto puede perfeccionarse al máximo. Habrá quien piense que precisamente por tratarse de una fabricación en serie, el sello personal desaparece, pero… ¡no es así! La producción en serie admite variaciones y puede adaptarse perfectamente los deseos del cliente. Es, incluso, mucho menos rígida que la construcción tradicional.
Pero es que, además, la planificación de todo el proceso implica que haya menos imprevistos y los errores se reduzcan al mínimo, de modo que se ahorra en tiempo y recursos. Además, permite contar con trabajadores especializados en el manejo de maquinaria y hacer una mejor selección de los materiales utilizados, aquellos que sabemos que rinden bien: hormigón principalmente, si bien el acero y la madera están cada vez más presentes.
Y no olvidemos otro de sus beneficios principales: los plazos de construcción se acortan en torno a un 30%. Como los elementos se fabrican en un lugar aparte, no hay que esperar a la cimentación o urbanización de zona para empezar a elaborarlos. Se pueden hacer los dos trabajos simultáneamente y, lógicamente, ganar tiempo. Además, los trabajos fuera de la parcela no necesitan permisos de obra, lo que supone otro plus. El montaje, por su parte, también es más rápido que en la construcción tradicional.
Por último, la industrialización de la vivienda también va por delante en cuanto a respeto al medio ambiente, ya que, al desarrollarse en una fábrica, está sujeta a normas estrictas en cuanto a emisiones contaminantes, reciclaje y gestión de residuos. De hecho, los expertos aseguran que esta fórmula podría llegar a reducir las emisiones en un 60%.
El resultado es, nada más y nada menos, que un edificio más resistente, más habitable, más duradero y más ecológico. En definitiva, con más calidad.
Por todos estos beneficios, este tipo de construcción aspira a representar entre el 30% y el 40% de las nuevas viviendas en 2030. De hecho, las viviendas unifamiliares industrializadas son ya una realidad en España, si bien es cierto que vecinos como Suecia o Holanda, donde casi alcanza el 100%, nos llevan ventaja. En Reino unido o Alemania, por su parte, están empezando a coger impulso.
Sería deseable implicar cada vez a más promotoras, pero también a las administraciones públicas para, entre todos, ayudar a impulsar esta forma sostenible de levantar viviendas.
Navarra: Centro Nacional de Industrialización de la Construcción
Fruto de un acuerdo entre Gobierno de Navarra y el Estado, Navarra acogerá un Centro Nacional de Industrialización de Robótica y de la Construcción, que ofrecerá formación profesional en arquitectura, ingenierías y digitalización, y llevará a cabo investigaciones para crear experiencias piloto de este tipo de construcción.
La entidad, que se instalará en la Universidad Pública de Navarra, aspira a convertirse en un referente europeo.